Vagando por la Ciudad, miro a la gente a mi alrededor andar como sombras sin un Destino, sin un propósito. Unas garras grises e inmateriales toman mis tobillos y empiezan a subir como humo denso por mis piernas, buscando consumirme, convertirme en uno de ellos...
Son las nueve de la mañana con veinte minutos. ¡Llego cuarenta minutos temprano! No queda más que esperar, mientras tanto continuaré con la lectura de mi libro.
Ya son las diez de la mañana. Cierro y guardo mi libro en la pequeña mochila de viaje, en cualquier momento deberías llegar.
Este dibujo fue realizado en una noche, utilizando la tableta de dibujo que recién he adquirido (¡gracias, Sam!) y trabajando sobre Photoshop CS3.
Preocupado porque esta noche no he podido comunicarme con Yoru–sama, me puse a dibujar.
Se puede ver una flor, con pétalos en forma de corazón, creciendo solitaria bajo la oscuridad de la noche a la mitad de una tierra vacía iluminada por la luna.
Una flor que lucha por crecer donde nada más puede hacerlo, como nuestro amor, creo.…
Puedes abrazarme y decir que si – respondí, en voz apenas audible.
– O decir que no y echar a correr – completé, no muy convencido.
Aria mostro una sonrisa con aquel atractivo toque de maldad.
Creo que… – detuvo sus palabras por un momento que me pareció casi eterno – …te abrazaré -
Aria me rodeó con sus brazos, y yo le correspondí.
Hace tantas vidas que he vagado en las Tinieblas, que apenas recuerdo lo que era antes de ellas. Y sin embargo, sé que aún antes de ello no vivía exactamente en un mundo de Luz.
Recuerdo un palacio en una tierra de noche eterna. Recuerdo una familia cuyos integrantes se han dispersado con el tiempo. Recuerdo una pequeña niña cuya luz iluminaba nuestros corazones, pero que hoy vive atormentada por su propia luz.…
Durante la Celebración, me encontré con Aria y apartándola de su grupo de acompañantes, la tome de las manos
- ¿ Recuerdas nuestra conversación de ayer? – ella asintió.
Tragué saliva y continué.
- Tu eres la amiga de quien hablaba -…
Creo que está muy feliz – comentó Aria.
Ciertamente, había pasado todo el día sonriendo. No era raro que cualquiera que me viese pensara que estaba feliz.
No es eso – respondí. – Creo que, más bien, es como histeria… como cuando uno sabe que le va a caer el mundo en pedazos encima y, al ver que no hay forma de evitarlo o de escapar, ya no se preocupa por nada y ríe mientras las rocas lo aplastan – reí.