El enorme objeto metálico se colocó exactamente sobre la montaña más
grande del panorama, y dejó caer varios chorros de luz azulada sobre
ella. Los chorros variaron sus direcciones lentamente, barriendo toda
la extensión de la montaña, provocando que se levantara un polvo muy
fino que llenó la atmósfera como una densa neblina.
La silueta de la luna se adivina tenuemente a través de las nubes. La luz que refleja ilumina apenas lo suficiente para abrirse paso entre las terribles creaturas que duermen desparramados en las ruinas del pueblo, interpretando con el viento una tétrica sinfonía de ronquidos.
Espero, ansioso, que den las seis para recibir tu llamada.
Guardar mis cosas y despedirme de mis compañeros de oficina rápidamente. Luego, bajar las escaleras y cruzar la calle para entrar en la estación de Metrobús y encontrarte allí, mi dulce niña, esperando por mi.
El día de hoy, camino a casa de la oficina me topé con un ángel.
Supe que era un ángel porque podía ver sus alas blancas, fantasmales, extendidas hacia el cielo, aunque al parecer nadie más las notaba. Creo que se percató de que le había reconocido porque se acercó a mí.
¿Porque no me lo dijiste antes? Ahora entiendo que por esto es que te veías cabizbaja cada vez que mencionaba una vida juntos en el futuro pero… ¿porque no lo mencionaste?.
Me han sacado a rastras de la iglesia, por profanar tu cuerpo inerte con un beso. Los hermanos me han retirado con un visible odio, pero en tus padres he visto compasión…
Vagando por la Ciudad, miro a la gente a mi alrededor andar como sombras sin un Destino, sin un propósito. Unas garras grises e inmateriales toman mis tobillos y empiezan a subir como humo denso por mis piernas, buscando consumirme, convertirme en uno de ellos...