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Primera Respuesta

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Descansaba tranquilamente bajo el cedro, cuando se me ocurrió revisar si mi carta aún seguiría ahí.

Que tonto, la carta DEBÍA seguir ahí, pues ¿quien en su sano juicio excavaría debajo de un árbol para ver si de casualidad encontraba una carta dentro de una botella?.

Además, sólo había pasado un día… ¿no era demasiado pronto para que algún despistado encontrara mi extraño tesoro por casualidad?.

Excavé sin prisas, y ciertamente encontré mi carta ahí, aparentemente sin haber sido perturbada. Pero junto a ella, una gran sorpresa me aguardaba.

Una segunda botella aguardaba junto a la mía, y también contenía una nota escrita en una hoja perfectamente rectangular de papel completamente blanco, un material que quizá no se encontraba siquiera en el gran palacio de los Gael.

Excitado, me volví a acomodar bajo la sombra del cedro y leí la nota, escrita con una caligrafía perfecta y nítida:

Tus palabras son hermosas. Nunca creí que hubiese un hombre capaz de sentir de esa forma, y menos aún de plasmar ese sentimiento de la forma tan poética que lo has hecho. He releído tu carta tantas veces, que de no haberla digitalizado seguro el antiguo papiro se habría hecho añicos en mis manos.

Te pediría que respondieras, de no saber que seguro lo harás, asi que por ahora se despide a quien te pido considerar una muy buena amiga.

Malva

PD. Habría deseado que estuvieras más cerca para poder intentar ser aquella a quien dirigías tu carta.

La carta me dejó asombrado. “Digitalizado”, ¡que término tan más extraño! Me dije cuando lo leí. Y además insinuaba la existencia de mucha distancia… ¿acaso habría sido una viajera que pasó de casualidad por aquí y que encontró mi carta por expreso deseo de la fortuna?.

Guardé con cuidado la respuesta de la desconocida y medité su nombre, Malva, largo rato bajo la sombra del cedro, hasta que caí dormido.

Y en sueños, vi a una joven envuelta en mantos blancos tender su mano para tomar la mía.

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