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El Palacio de Cristal

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Este es un capítulo más de la Saga "Keithian Chronicles", que comencé a escribir el año pasado como una forma de transmitir la enseñanza Keithiana a mi heredera, a mi querida princesita KayLin. Este es un capítulo escrito además a manera de regalo de cumpleaños. Te quiero, princesita. Feliz cumpleaños.

Atravesamos el portal y nos encontramos en un enorme salón recubierto de espejos. La pequeña KayLin corrió al centro del lugar, mientras giraba maravillada de los reflejos en toda la habitación.

- Papi, ¿Que lugar es este? - me preguntó con su dulce voz.

- Es uno de los puentes entre los mundos que podemos habitar, princesita. - respondí mientras la tomaba en mis brazos para cargarla. Nos dirigimos hacia el portal, también recubierto de espejos, al fondo del salón.

- ¿Cuales son los mundos que podemos habitar? - siguió interrogando mi dulce niña, a quien aún llevaba en brazos.

- Son diversos. Son todos aquellos en que nuestro poder, nuestra alma, nuestra existencia tiene influencia. Por supuesto, el mundo del que provenimos, nuestro reino, nuestra natal galaxia Keith es el principal mundo en que podemos habitar, al igual que la Realidad en que nuestros cuerpos biológicos existen. Pero mas allá de estos dos, hay muchos reinos en que podemos influir, muchos de ellos siendo mundos personales de los seres con que hemos cruzado el camino. - expliqué mientras caminaba con KayLin en brazos por el pasillo de salida de aquella habitación de espejos. El ambiente se tornaba cada vez más frío, por lo que use un poco de materia oscura para crear una capa de tela rosada y forro afelpado blanco que coloqué en la espalda de mi hija.

Al final del pasillo, una puerta fabricada de un material cristalino nos dio acceso al vestíbulo de la construcción.

KayLin miró asombrada el lugar. Había permanecido acurrucada en mis brazos mientras avanzábamos hacia ahí, por lo que no había puesto atención en que el único material que se había usado para construir tan imponente edificación era un mineral cristalino de tonos celestes.

- Es nuestro palacio construido en el Territorio del Norte del Reino de Sombras. Es nuestro Palacio de Cristal. - exclamé.

- Es hermoso - respondió KayLin que comenzó a danzar deslizándose ligera por el piso, también de cristal. Cuando la miré momentos después, ya no era la pequeña niña que había llevado en brazos. Tenia la figura y belleza de una joven princesa Keithiana en su coronación.

KayLin sintió la mirada que le estaba dedicando, y se volvió hacia mí preguntando
- ¿Que pasa, papi? -

- Nada - respondí disimulando la mirada y elevándola hacia el techo, donde las estrellas del firmamento se reflejaban entre los cristales creando un mapa estelar irreal y hermoso sobre nuestras cabezas.

- Esas estrellas han estado siguiendo tu danza, hija - señalé las estrellas que se reflejaban desde cielo - desde el principio, y por todo este tiempo -

- Lo dices como si hubieran sido muchas horas las que hubiera estado bailando, papi - KayLin rió.

- No han sido horas, ni días... han sido años. Mírate - señalé una pared, donde un espejo se encontraba como parte de la construcción. - ya eres toda una señorita. -

KayLin se miro en aquel espejo. Sabía que era diferente de cuando habíamos llegado al Palacio, pero de alguna forma no podía notar la diferencia.

- En el Palacio de Cristal el tiempo no sigue leyes. Fluye a un ritmo distinto en cada lugar y en cada persona. Yo no pude sino permanecer aquí, mirándote a la distancia mientras continuabas tu danza seguida por las estrellas. Estos cristales que se usaron para construir el palacio, son los sueños y las ilusiones del mundo. -

KayLin me miraba intrigada.

- Sigue danzando, mi dulce princesita. Sigue navegando entre los sueños de las personas que te siguen como estas estrellas en el cielo. Y cuando estés cansada de bailar y desees seguir tu viaje, yo te esperaré afuera del palacio, bajo la bendición de la reina Karu y cubierto con el aliento gélido de Heather, que cubre esta Zona Penumbral. - dije, y tras darle un beso en la frente, salí del Palacio dejando a mi dulce princesita confundida bajo la mirada expectante de las estrellas.

Fin de la lección

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