Aniversario
La princesa despertó con los primeros rayos de sol. Al pie de su balcón, la élite de caballeros del Reino esperaban arrodillados a que ella apareciera.
Al primer movimiento de cortinas que el capitán observó, dio la señal que desencadenó una gran felicitación y ovación para la joven princesa.
Este día podría ser un día normal en cualquier otro Reino, pero en este se celebraba el cumpleaños número dieciséis y con ello la Coronación de la Heredera al Trono del Reino.
Emocionada, la joven princesa bajó grácilmente los duros escalones de roca del castillo y corrió elegantemente entre las filas de soldados a los lados del pasillo que da a la puerta exterior.
Su padre, el Rey, le esperaba fuera con una hermosa corona de plata y diamantes en mano.
- Hoy, querida hija, que cumples dieciséis años, ante los dioses dejas de ser una niña y te has convertido en una mujer. Y como dictan las tradiciones antiguas en este día te entrego la corona que representa la nobleza de tu sangre, y tu derecho a convertirte en la futura reina de nuestro pueblo. -
El rey colocó la corona sobre el cabello castaño de la princesa que se encontraba arrodillada ante él, y extendiendo la mano hacia ella, la ayudo a incorporarse.
La princesa dio un breve discurso en el que prometió servir bien a la corona que portaría desde entonces, y después comenzaron los festejos con un gran banquete y bebida abundante.
Más tarde, con la luna brillando en el cielo nocturno y la gente danzando alrededor de brillantes fogatas, el Rey y su hija, sentados en un tronco acondicionado como banca, se abrazaron tiernamente.
- No importa cuantos años más cumplas o si a los dioses les parece que ya eres o no una mujer… para mi siempre serás mi pequeña bebé – susurró el Rey.
Feliz cumpleaños, Kay.
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