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Infierno

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Camino lentamente por la vereda oscura. Observo mi alrededor y sólo puedo distinguir sombras, sin una forma definida.

Mis pies están cansados. Me duele la cabeza.  ¿En donde estoy? no lo sé.

Con mucho esfuerzo, sigo caminando. Echo a correr, sin saber el porqué.

Y entonces la veo. Una luz, la más brillante que jamás he visto, y que, a pesar de ello, no lastima mis ojos.

Sigo corriendo, el dolor desaparece poco a poco; mi cuerpo comienza a transformarse.

Mis manos se han deformado, han tomado una forma monstruosa, la forma de una pata, la pata de una bestia extraña. Mi columna se encorva, me obliga a inclinarme y a continuar corriendo apoyándome con mis manos. Siento mi rostro alargarse, comienzo a ver borroso y cuando logro recuperar mi visión veo un gran hocico en donde antes tuve mi boca y nariz.

No lo había visto aún, pero mis pies han mutado también, en patas, que se mueven ágilmente para mantener la velocidad. Volteo hacia atrás y veo una gran cola de reptil salir de mi columna. Intento detenerme, pero no lo logro. La luz está muy cerca ya.

- ¡Oh no! - grito con todas mis fuerzas mientras lucho por detenerme. No lo logro.

La luz, la brillante luz que prometía bienestar se ha teñido de rojo. Un inmenso calor sale de ella, formando un círculo, un portal hacia un desconocido lugar, se encuentra un fuego que abrasa todo a su alrededor.

Me llama, y no puedo detenerme, no quiero entrar ahí, pero una extraña fuerza me atrae hacia ella. Estoy asustado.

De pronto escucho una dulce voz salir de aquel místico portal

- Ven, ven conmigo, ven ahora –

- ¡Gloria! – grito desesperadamente al reconocer esa voz

- Ven, ven conmigo, ven ahora – repite la voz, aún femenina, pero diferente de la anterior.

- ¡Daxel! –

- Ven, ven conmigo, ven ahora – Una vez más la voz ha cambiado, pero esta vez son muchas voces a la vez.

- ¡Ana, Karen, Elizabeth, Lucero, Diana, Angelica, Roxana! – mi boca repite aquellos funestos nombres

-¡Quien es! ¡Quien me llama! –

- Soy yo, no me recuerdas – La misma voz. La voz que es todas las voces.

-Soy yo, ven conmigo, es lo que deseas ¿no? – esta vez la voz cambia conforme habla. De aquella dulce voz a una voz  áspera, demoníaca.

Logro ver una sombra dentro de aquel mundo secreto tras el portal.

- ¡No puede ser! –  susurro levemente

- ¡Soy yo! –

Y veo a esa figura cambiar de apariencia rápidamente, en cuestión de solo segundos toma la forma de todas las personas que han significado algo para mí, de todas las personas que recuerdo o que admiro. Y cuando al fin deja de cambiar, permanece con la más siniestra de todas las apariencias. La mía.

Sin darme cuenta he entrado a su mundo a aquel infierno cubierto de fuego y oscuridad, pero es extraño, el miedo  que sentía ha desaparecido,  ya no siento calor pese a estar rodeado de gigantescas flamas.

- Bienvenido a casa – la voz demoníaca interrumpe mis pensamientos

- ¿Casa?, ¡No!, ¡Yo no pertenezco aquí! – grito eufóricamente, sin pensar

- ¿Entonces porque lo has hecho? –

- ¿Porque lo he hecho? ¿Hecho que? – pienso y entonces mi vista se aclara y puedo ver el lugar en donde estoy, es mi casa, mi casa incendiándose, comienzo a recordar porque.

Yo lo provoqué.

Veo un cuerpo tirado al lado de donde estoy parado. Es mi padre, muerto por un cuchillo clavado en su espalda.

Yo lo hice.

Más allá puedo ver a mi hermano, quemándose, sin vida ya.

- ¡Que he hecho! – pienso mientras escucho sirenas policíacas acercarse rápidamente.

- ¡Que he hecho! - Repito con desesperación

Vuelvo a sentir calor, un inmenso calor. Siento mi cuerpo sucumbir ante el fuego. Siento...no, ya no siento nada, solo veo pasar mi vida entera frente a mis ojos en solo un instante y después nada...nada...nada...

Kutt Katrea, Marzo de 2004

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