La chica del Bus (Segunda parte)
“Es lo más romántico que han hecho por mí. Aunque no recuerdo quien eres” fue lo que ella respondió por correo electrónico a mi nota.
La había visto en un bus rumbo al oriente de la ciudad, y en el último momento le entregué aquella nota donde expresaba mi atracción por ella y le daba mis datos de contacto. En realidad, nunca esperé que me respondiera.
Desde entonces no hay nada memorable que contar. Comenzamos a salir, y aunque la distancia hacia complicado vernos, disfrutamos cada momento juntos.
En Diciembre, ella insistió en acompañarme a la ciudad de Puebla, donde aún me quedaban ciertos asuntos antiguos por resolver.
Fue un viaje mágico, un sueño hecho realidad. Perdidos entre la niebla de gente desconocida, estábamos los dos, juntos, y el resto del mundo no importaba.
Abrazados, mirando a través de la ventana de la habitación del hotel, me preguntó:
- ¿Recuerdas el día que nos conocimos, en el bus? -
La miré tiernamente y respondí: – Jamás lo olvidaré -
- Ese día… ¿pudiste haber creído que llegaríamos a este momento? -
- Lo pensé, ciertamente. – dije, y la besé.
Entonces, la visión se volvió borrosa, y el movimiento de la gente a mi alrededor me hizo volver en mí.
La chica estaba descendiendo del bus por la puerta frontal mientras yo, arrugando entre mis manos la hoja doblada en cuatro partes, seguía decidiendo si pedirle el bolígrafo era buena idea.
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