La analogía del calzado
He pensado una analogía para explicar la diferencia en el modo de vida de una persona común, y de una trascendental. En esta analogía, la extensión de nuestra vida sería un camino, y nuestra forma de ser (personalidad, actitudes, valores, ideales) se podría considerar como los zapatos con los que andamos por ese camino.
Los zapatos de una persona común pueden ser variados y elegantes. Desde mocasines, tenis, zapatillas, botas… de todo tipo de zapatos con la particularidad única de que son zapatos “bonitos” y “modernos”, de materiales suaves y finos.
¿Que sucede cuando una persona común anda por un camino difícil?
Cuando una persona común avanza por un camino difícil sus zapatos, y sus pies, lo resienten completamente. Un camino cubierto de zarzas haría pedazos sus zapatos, y lastimaría sus pies hasta impedirles seguir mucho antes de que llegaran a la meta.
Por eso, las personas comunes prefieren los caminos sencillos, por los que puedan caminar con comodidad.
Por otra parte, los trascendentales utilizamos por calzado unas muy incómodas sandalias de madera. Duras, cansadas y que deja pasar el frío completamente helando nuestros pies.
¿Pero que pasa en los caminos?
Para un trascendental, cada camino es cansado, complicado, pesado a causa de nuestras sandalias de madera. Nuestro calzado no es cómodo y convierte cualquier camino, fácil o difícil, en un tormento para los pies. Sin embargo, estas sandalias tienen una gran ventaja sobre los zapatos que usan las personas comunes: la madera es dura.
Si un camino lleno de espinos o de rocas afiladas se abre frente a nosotros, podemos travesarlo con una dificultad apenas un poco mayor que la que nos causa cualquier otro camino; a diferencia de la persona común que no sería capaz nunca de llegar al otro lado.
Con esta analogía podemos entender dos cosas: primera, los trascendentales siempre tendremos vidas difíciles y cansadas. Es parte de nuestra naturaleza. Segunda, a pesar de ello, somos capaces de tomar caminos que las personas comunes jamás podrían tomar, y que fuera de sólo ser “complicados” esconden su gracia y su belleza.
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