El Bosque

Camino por una senda. Una vereda oculta por un bosque, un bosque oscuro.

Camino, tengo miedo, pero sé que debo continuar adelante, siempre adelante.

Al final del camino, veo una luz, que me llama, con voz suave y melodiosa.

Siento la necesidad de ir a esa luz, y echo a correr.

Algo detiene mi pie, me hace caer, y comienza a arrastrarme, a alejarme de mi destino.

Lucho por liberarme, por evitar que me regrese al lugar de donde he salido.

Rasgo el suelo con mis manos, intento desesperadamente aferrarme de los árboles que pasan junto a mí.

Todo es inútil.

Sigo siendo arrastrado. Volteo a ver mis pies, que son sostenidos por una negra mano; no, no es una mano, más bien parece una garra, y continúa jalándome.

La luz se ve muy lejana ya, y por el otro lado, un gran agujero negro se acerca rápida y amenazadoramente. No vale la pena continuar luchando. Es inevitable.

Despierto, tengo frío, estoy tumbado en la cama de un hospital, a mi lado, una mujer llora, llora pero no de tristeza, sino de felicidad. Es mi esposa.

Mi mente se aclara. Ahora recuerdo aquel bosque, aquella luz, aquella hermosa voz. Mis pensamientos son interrumpidos por el sonido de la puerta. Un médico entra en la habitación.

- Felicidades - dice - usted estuvo a punto de morir, pero gracias a Dios lo pudimos salvar-

¿Gracias a Dios?, ¿Salvarme?, ¡Salvarme de que!, ¡Me han regresado a esta miserable vida, y dicen que me salvaron!, ¿Porque no me dejaron ir a donde esa luz, donde la tranquilidad reinaba, donde el sol brillaba, y esa voz me llamaba?

¡Yo debería estar allá, no aquí!, ¿Porque me regresaron?

(Octubre de 2003)

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