La Feria
La Feria (Juan José Arreola) es uno de esos libros que he pasado toda mi vida tratando de evitar.
Lo vi una y otra vez en el librero pero siempre seguí de largo buscando algo más que leer, dado que no me parecían especialmente atractivos el nombre ni la portada roja y plana.
Para mí, es uno de esos libros que solo en un día ocioso me da por tomar del librero y hojear. Revisé el extracto en la contraportada y me pareció divertido. Así, ansioso por llegar a esa parte empecé a leer...
Al principio, sentí extraño el ir leyendo ideas aparentemente aisladas. Me fue difícil armar el escenario mental donde colocar las situaciones relatadas en el libro. Pero, eventualmente comencé a navegar libremente por el pueblo de El Zapotlán (el verdadero protagonista de la historia), saltando de la mente de una persona a la de otra; acompañándoles en su vida por unos segundos, unos minutos o unos días, según el caso.
Conforme avancé en el libro, me encontré habitando el pueblo a manera de un fantasma o ánima que vaga de casa en casa escuchando sus conversaciones, aprendiendo las costumbres y hasta sus expresiones.
Cuando te acercas al final del libro, me había empapado tanto de los habitantes del pueblo que me costaba creer que solo quedaban unas cuantas páginas más.
Siendo mis lecturas predilectas de terror, ciencia ficción fatalista y similares; llegué a temer al final.
No podía imaginar como se podía terminar una historia que habla sobre todo un pueblo. ¿Acaso un nuevo terremoto acabaría con todos los habitantes? ¿El gran castillo de fuegos artificiales fallaría e incendiaria la población completa?
Pero no ocurre un final fatal. Y a pesar de que se han concluido varias de las historias de las personas del pueblo, muchas más quedan abiertas a un "¿que pasará después?" quedando el libro en un infinito e incierto "continuará". Si sólo dijesen que pasa con Maria Helena y su poeta enamorado...
"A cada Chayo le llega su Odilón y a cada Concha de Fierro, su torero."
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